El Absurdo de los Nacionalismos

Incendio del Reichstag (Source: Wikimedia Commons)
EUROPA

-BUUUM-

Y finaliza

No más guerra

no más ceniza

Nunca más los verdes

Prados

Volverán a sonreír

Al verde hijo del Día

Al dulce porvenir

Se fue EUROPA

No más mariposas

No más niñas y sus risas

Murió el Verde

Se fue Europa

Reina la frialdad

Pero no EUROPA

EUROPA no

Porque Europa es

Calor

Y

Calor

Es

VIDA.

¡Vive Europa!

Pero ¿murió?



-Poema de "Cánticos Revolucionarios"(Daniel Rabal Davidov, 2017)-

Aquí estamos de nuevo. Movidos por el siempre fluctuante y retornante río de la historia. El Siglo XXI, aquel que se nos prometía como “el de la Paz”, “el del amor fraternal”, “el de la unión de todo el mundo sin fronteras”, puede que no sea tan distinto, a fin de cuentas, del resto de siglos. Aquí está, presente en su comienzo, portador del auge de los nacionalismos. Otra vez, el sentimiento irracional y el amor a las banderas y al odio a lo distinto ocupa la mente de millones de personas. ¿Por qué? No creo que haga falta buscar muy lejos los motivos, pues están bastante claros.

La falta de dinero, el terror, la corrupción… todos esos signos de decadencia social traen, inevitablemente, el provecho a ideologías radicales donde lo que importa no es la verdad. Lo que importa no es la realidad. Lo que importan no son los hechos. Todo: la racionalidad, la sensatez, el deseo de paz… TODO queda subordinado a la masa. A lo que siente la masa. A lo que la masa implora. Lo único que importa es cómo te hace sentir la verdad que te cuentan. Cómo te sientes tú en relación a ella.

Que se entienda lo que se desee de mis palabras, pero hay cosas que deben ser dichas.

Yo estoy en contra de TODO tipo de nacionalismo. Del corte que sea. Del estilo que sea. Del lugar que sea. Creo en los seres humanos. Creo en la humanidad. Y creo que la humanidad no son unas banderas que ondean sobre la sangre de gente que murió sin saber a ciencia cierta por qué razón o por quién. No estamos en los años de la Gran Depresión del siglo pasado. No estamos en uno de esos muchos países que sufren más de lo que podría imaginarse. Tenemos la enorme suerte, el privilegio, de haber nacido en Europa. De haber nacido en el continente donde la gente sueña con vivir. Es nuestra obligación moral para con el resto de seres humanos de la tierra, el proteger aquello en lo que creemos y aquello en lo creen todos los que imaginan para sí y para sus familias, países… un futuro más brillante.

Si se cede a la des-estabilización que está poniéndose en marcha en todo el mundo (por las causas que sean) de corte ultra-derechista y nacionalista (que excluye al resto), podemos dar por hecho que de aquí a veinte años habrá grandes problemas en occidente. Tan grandes como los que hubo hacia las mismas fechas hace un siglo. Pensar que hemos cambiado mucho de mentalidad en menos de 100 años es falaz. Pensar que unos años de paz (que realmente no ha habido, pues hay guerras fuera de Europa en las que participamos) son definitivos si no se hace un esfuerzo por mantenerlos, también lo es.

La incultura, el culto a internet y a las redes sociales y a creer todo lo que en ellas se dice, la des-sensibilización de las personas a través del exceso de violencia y normalización de ésta… Todo ello, nos va a llevar a un lugar al que estoy seguro ninguno queremos ir.

¿Qué sentido tiene, para librarse de la corrupción y la oligarquía, apoyar con un culto fervoroso a otra gente corrupta y oligarca?

¿Qué sentido tiene, para la libertad, apoyar al ultranacionalismo?

¿No es lección de historia cómo acaban todos los ultranacionalismos?

Hace falta meditar las cosas. No creerse cada discurso sensacionalista. Investigar por uno mismo la realidad de un tema que te interesa. Y, si no te interesa tanto como para investigar, entonces tampoco deberías sumarte como una oveja al rebaño a insultar, alzar el brazo (me da igual cuál o si son los dos) y formar parte de la vergüenza histórica que surge en Europa. Espero que la cultura, la sensibilidad y la humanidad puedan más que el fanatismo y que este siglo XXI sea el que nos acerque a una humanidad unida y en paz, y no a la decadencia de toda nuestra sociedad.

Que no se disfrace de libertad lo que es un golpe a la libertad real. Que no se finja el progreso donde se establecen las bases de la futura tiranía. Que no se esté dispuesto a matar y morir e insultar a cualquiera por nada. Absolutamente nada. Nada trascendente. Que el engaño no sea pasado por alto y se permita como una opción siquiera el pre-fascismo. Que se disfrace de “izquierdas” lo que, por sentido común, no puede ser más cercano a la ultraderecha, tan temida por la historia debido a sus actos en todas partes de nuestro continente. Mentir al pueblo, adoctrinar y crear facciones es preparar el terreno a las futuras dictaduras.

Crear un ellos y un nosotros es discriminar abiertamente. Lo que en un comienzo puede parecer nimio, crece como una bola de nieve hasta convertirse en gigantesco. Es la misión de todos nosotros alzar la voz por nuestra libertad y la de las generaciones futuras.

Es tan culpable a ojos de la historia quien comete el acto, como quien viéndolo venir calla…

Por eso, no tengo ningún reparo en afirmar lo siguiente:

Siendo, como me considero, una persona progresista, que cree en la humanidad y en los seres humanos, en la democracia, en la libertad, y en la sociedad europea… Debo, por obligación moral, advertir y denunciar que todo aquello que está sucediendo en nuestro continente con respecto al auge de los nacionalismos es un veneno y un caldo de cultivo peligroso para los valores democráticos y para un futuro pacífico y con libertades como las que hemos disfrutado hasta ahora. Es imperante la necesidad de recalcar los valores originales que forman Europa y garantizar a sus ciudadanos estos mismos y su estado de bienestar. Si no, poco a poco, todo el continente caerá, de uno u otro lado, en el nacionalismo beligerante (abierta o no abiertamente), una mayor xenofobia y una disminución de las libertades básicas, finalizando en algún tipo de supresión de la democracia como la conocemos. Podría parecer a algunos exagerada mi visión al respecto, pero tantas cosas que se han cumplido fueron en su momento tachadas de exageradas que considero mejor estar prevenidos ante cualquier posibilidad. Sobre todo cuando los pasos que se van dando cada día en Europa se parecen tanto a los que se dieron en otras épocas y crean el camino hacia un lugar sombrío…

Hay esperanza y aún no es tarde para alzar la voz y luchar por Europa. Con palabras, con razón y con la determinación de quien aboga por la sociedad en la que cree y la sociedad, todavía mejor, que desea. Que el rumbo de los años nos lleve a ella y no de vuelta a la oscuridad que bien supimos dejar atrás.

Daniel Rabal Davidov

Daniel Rabal Davidov (Madrid, 1998) es escritor, poeta y músico, entre otras cosas. A sus 20 años ya ha publicado tres libros: dos novelas (“Las Brillantes Luces de la Ciudad”, Amargord Ediciones 2016 y “CUERVOS”, Amargord Ediciones 2018) y un poemario (“Cánticos Revolucionarios”, Amargord Ediciones, 2017). Es compositor, cantante y guitarrista de “Wild Rain” y estudiante del Grado en Lenguas Modernas y sus Literaturas en la Universidad Complutense de Madrid. Es editor de la sección en español de Katoikos.eu y también edita la revista de creación literaria “La Disidencia Cultural”. Habla 5 idiomas y escribe en dos: español e inglés. Su motor es lograr un avance en la sociedad a través del arte, la cultura y el sentimiento.

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