Europa como venda contra la indefensión que nos respira ausentes, culpables: usurpadores
En esa trama somos exclusivamente los que pagan.
Sin más razón que la de haber sido nacidos firmamos la traición como moneda
Y qué si vivos o muertos. Estamos aquí y eso nos diluvia hijos de la alegría, del miedo: del contador de sombras
No hay respuestas ni mentiras ni rastros que borren o burlen lo que en nosotros abona el susto de sabernos
Estamos solos: contra nosotros mismos
Nuestros pulmones, la pantalla que nos encuerpa corazón de la farsa
La farsa, el bisturí que alimenta al condenado
Para no morir, por haber sido nacidos, prescindir de cuanto en la naturaleza se acuna vivo o muerto. El caso es cumplir con dios o como se llame la rendición que nos compra: abandonar lo que nunca fuimos para, insensatos, aplaudirnos, una vez más, contra nosotros mismos
Y bebido ya lo aún por vivir, en ese temblor, la respiración de lo inagotable: la risa: la llama que crece, de la ceniza, la sed
¿la burocracia, las vísceras que nos instruyen, el sueldo que nos reduce a cómplices, el abismo que nos sueña polvo en extinción permanente?
Sí!
Sí!
Sí!
Como el mar,
Como el sol,
Como la luz que sólo ahuyenta a los inocentes
Bruselas, la piel
Bruselas, la máscara
Bruselas, el ojo que todo lo engulle
Hablo sin más nosotros ni ley que el perfume que imanta el despilfarro de los sentidos: la verdad me ata. Y aún atado cumplo con lo peor del cuento: que soy uno, uno en mil variedades expuesto
Más allá del verbo
Más allá del llanto y el crujir de dientes
Vivo
Abandonado
Sin alma alguna que llevarme a la boca
Cuento de la inútil paz que desnuca a los miserables
Cuento que los miserables somos tú, yo y el nosotros
Cuento que los números no existen
Cuento que son hojas muertas de un otoño sin edad que primavera al grito
Sin manos
Sin pies
Me mastico a la europea, esto es, soy de la podredumbre la fertilidad que nos lame huérfanos
Europa como herbicida, esposa o amante
¿importa si hombre o mujer?
Europa como recompensa fiel de cuanto en el corazón se alambra
Europa espejo perdido del vientre que nos parió
-Antonino Nieto Rodríguez-